Viajar de forma sostenible

Hoy es el día de la tierra, y qué mejor que hablar sobre turismo sostenible. Escribo desde Santa Marta, portal para el maravilloso Parque Nacional de Tayrona, una entrada en la que llevo bastante tiempo pensando, pero no sabía bien como enfocar y he tenido que pensarlo un poco más.

Llevo viajando ya poco más de tres meses y he conocido a mucha gente con quienes he podido aprender mucho y también estudiar otras formas de viaje, también he visto sitios increíbles que han perdido parte de su encanto por el turismo (masivo principalmente). A muchos nos encanta viajar, y sobretodo encontrar sitios vacíos, ser los primeros, llegar y que no haya nadie, pero somos nosotros los responsables de asegurarnos que allá donde vayamos, lo estemos haciendo de una forma sostenible y que en lugar de dañar a la comunidad local, la beneficiemos.

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Alausí, Ecuador

Un buen ejemplo son los animales; a todos nos gustan y buscamos experiencias que nos permitan acercarnos a ellos lo máximo posible, sin embargo, esto no siempre es bueno. Es muy común en países del sudeste asiático, sobretodo Tailandia, el visitar los templos de tigres y dar un paseo en elefante… En cuanto oímos el nombre de animales «exóticos», queremos tener la experiencia completa con ellos. Pero antes de aventurarnos, deberíamos investigarlo.

Cuando estuve en Sri Lanka, después de acabar el voluntariado nos fuimos de viaje, y al cuadrar el presupuesto con las opciones, nos dieron a elegir entre visitar un santuario de elefantes rescatados donde el contacto con humanos es mínimo, o conocer a Lily, una elefanta usada para los festivales, y dar un paseo en ella. Mi primera reacción fue la de conocer a Lily, sin embargo, decidí investigar. Resulta que los elefantes no están hechos para llevar mucho peso en su espalda y aun menos cuando llevan sillas ya que les hace heridas en la espina vertebral. También el método de entrenamiento se basa en el miedo, creando una relación de amo-objeto. Los tigres están drogados; solo hay que pensar en cómo estarían los tigres en su habitat natural y si se dejarían acariciar por humanos normalmente. Solamente hay que leer un poco en internet antes de decantarse por algo que incluye animales. Si aun así se quiere tener la experiencia, hay muchas maneras de hacerlo sin que el impacto sea negativo, como visitando los santuarios (investigad también hasta que punto son legítimos y no es una trampa con el sello «eco» para vender más), o haciendo safaris donde los animales estarán a su bola.

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Área Natural de Los Etoraques, Colombia

Otro detalle a tener en cuenta; siempre que se pueda, elegir lo local. Comed como uno más, comprad comida en la calle, los regalos a los artesanos que trabajan para alimentar a su familia, y sobretodo, en los mercados. No solo ayudáis a la economía local, si no que además, es a granel por lo que permite llevar bolsas de tela en lugar de usar tanta bolsa de plástico como en los supermercados. Además, siempre es más barato en los mercados locales, que en el super. Si el país al que vais habla un idioma desconocido, aprended algo básico antes de ir para poder manejaros sin que os timen demasiado. Frases como «no, muy caro» o «¿cuánto cuesta?» pueden venir muy bien.

Hablando de plástico, traed una cantimplora y rellenadla. No solo es un ahorro de dinero, si no de plástico. Todo el plástico usado, sigue aquí, en vertederos y en el mar. El plástico no es biodegradable, por lo que se va acumulando, y sí, es posible que la cantidad de plástico que una persona usa no es comparable al que una fábrica puede usar, pero como dice mi madre «un grano no hace granero, pero ayuda al compañero». Si el país no tiene agua potable, en la mayoría de hoteles/albergues tienen filtros. Y si no, compartid una garrafa grande en lugar de comprar botellas con menos capacidad. También está bien llevar una propia pajita de acero inoxidable, en lugar de usar las que os den. Comprad un tupper reutilizable de un material resistente, con cubiertos para poder llevar sandwiches o la comida del día siguiente en lugar de usar aluminio o el film transparente.

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Jungla de Dos Mangas, Ecuador

Evitad el aceite de palma. No solo es malo para la salud, si no que las selvas del amazonas y del Borneo están siendo destruidas para plantar el árbol, lo que significa que la fauna (especialmente orangutanes) que viven ahí están altamente atacados. Comprad frutos secos, o frutas o de puestos de la calle, en lugar de chocolatinas que puedan contenerlo. Si echáis de menos la mantequilla de cacahuete, podéis hacerlo en cinco minutos con cacahuetes, el aceite que queráis (el de coco es el mejor), sal y una batidora. Y bam, un rico desayuno sin químicos, aditivos y sin aceite de palma.

Eligiendo compañías o actividades que promueven o participan de alguna forma en el desgaste medioambiental o el uso de animales para el beneficio y entretenimiento de las personas, estamos fomentando el maltrato de animal y siendo parte del problema, de la misma forma que cuando vamos al circo o cuando tiramos basura a la calle. No cuesta tanto investigar, recoger y limpiar tras de nosotros e intentar reutilizar al máximo. Viajar de manera sostenible no significa renegar de la limpieza y dejar a un lado la higiene personal, solo significa ser más conscientes de nuestra huella en el mundo y hacer algo al respecto.

En muchos países no hay conciencia o información sobre el medio ambiente, y hay muchas actividades que solo van a fomentar el tipo de turismo que daña, pero no podemos culpar a la gente humilde que tiene una familia que alimentar y sabe que los turistas vana a querer hacerse una foto con una manta raya. Sin embargo, está en nuestra mano, evitar caer en esas trampas, concienciar e intentar que nuestra huella sea la manor posible.

Feliz día de la tierra, cuidémosla y mimémosla como se merece. No podemos olvidar que nosotros estamos aquí de paso y hay que dejar las cosas como nos gustaría encontrárnoslas.

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Parque Nacional de Cajas, Ecuador

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¡Hasta la próxima!

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