Queeries: Etiquetas

Siento que cada vez las etiquetas importan menos. Siento que nuestra generación somos  cada vez más abiertos, que queremos leer más y entender mejor el mundo que nos rodea. Parece que nos da igual que alguien sea x, y o z, pero no dejamos de apreciarlo. Sin embargo, hay un miedo a no encajar.  Yo por lo menos, siento ese miedo, y las etiquetas son una forma de encajar con los demás…

Nunca antes había escrito en este blog algo tan personal como lo que estoy haciendo ahora. Y no creáis que no lo he intentado, mi cabeza no para de pensar en todas las cosas que me gustaría escribir aquí, pero luego me pongo y no me salen las palabras. Pero esta vez estoy más que decidida y salga lo que salga de aquí, tenga o no tenga sentido, sabed que os hablo con todo mi corazón y toda la sinceridad posible. Allá vamos.

La verdad es que no recuerdo bien el momento en el que empecé a cuestionar mi sexualidad. Me lo pregunta mucha gente cuando aprenden que no soy heterosexual, y nunca se bien qué contestar. Se que de pequeña era consciente de ser sexual, y de hacer ciertas cosas que en el momento pensaba que estaban mal, pero que luego he ido aprendiendo que eran totalmente normales. La falta de una buena educación sexual tanto en casa como en el colegio hace que lo busques en cualquier sitio. De buscar en Google cosas del estilo «¿cómo sabes si eres lesbiana?» o «¿es masturbarse malo?». Me desvío de lo que quiero contar, pero la educación sexual ES MUY IMPORTANTE, y que en un colegio solo se de que el sexo solo sirve para reproducir me parece muy triste, cualquier niñx que esté cuestionando su sexualidad o identidad de género, puede sentirse invalidado por esto (una servidora).

c8144df83e307c36d0d86ead3db1e4f1De una forma u otra, y volviendo a mi tema, hubo un momento en mi vida en el que supe que los chicos no eran la única opción para mi (Kristen Stewart en Zathura sería un buen ejemplo; cuando vi esa peli tenía 11 años). Fue aquí donde empezó una época muy larga de confusiones. Confusiones que a día de hoy siguen ahí.

Según he ido creciendo, he investigado el tema, y tras una serie de más o menos catastróficas citas con chicas de Tinder, y rogando a mis amigas heteros que me acompañasen a bares de chicas, lo tenía claro; era lesbiana. Ale, ya lo he dicho. Fiuuu. Me sigue poniendo extrañamente nerviosa decirlo al mundo. Y sin embargo, no me gusta la palabra. Es como que no termina de representarme…

Entonces, me fui de Erasmus a Nottingham, y me iba ahí por un chico. Pero llegué y conocí a la que hasta ahora ha sido el amor de mi vida. Y no creáis que no me duele hablar de ella, porque con ella he sido mi yo verdadero, y he sido lo más dichosa que podía ser. El día que me dijo que me quería, ese día yo era seguramente la bollera más increíblemente feliz del mundo. Me parecía injusto que yo tuviese eso, que yo tuviese alguien que me mirase de esa forma, con tanta ternura y tanto amor. Hoy, siete meses después de que me haya dejado, me sigo creyendo afortunada por haber vivido algo tan bonito y tan intenso.

Con todo esto, llega la temida salida del armario. No todo el mundo siente que lo tiene que hacer, mucha gente opina que para normalizarlo no habría que hacerlo, pero teniendo en cuenta el contexto de muchas familias (como la mía), se que no podría haberme presentado en casa un día con una chica sin más. Hay que entender que es un proceso para todas las partes. Realmente, esta esta siendo mi salida del armario para todo el mundo. Sí, en el momento se lo conté a algunos amigos, más tarde a mis hermanos, luego a mi madre y por último a mi padre (en otra entrada os hablaré de como fue porque si no, no termino). Pero hay mucha gente que no lo sabe, y siento si os enteráis por aquí y no por mi directamente, pero estas son las circunstancias. A mi me produjo mucha ansiedad el contarlo, pero era algo que tenía que hacer, y lo sigue siendo, por eso esta entrada.

Parece que ya lo tenía todo claro. Sin embargo, entonces, conoces a otra persona que te vuelve a replantear tu sexualidad. Y eso es lo que me está pasando ahora. Y me fastidia muchísimo que la gente se tome la libertad de etiquetarme a su antojo. Hay gente que me dice «tía, tú es que eres bisexual». Pues no, no lo soy. Nada de esa palabra me identifica. «Pero es que no eres lesbiana porque has estado con chicos y te lías con chicos». Ok. Siempre les digo a mis amigos que no deberíamos etiquetar a nadie que no quiera ser específicamente etiquetado. Y la verdad, no me había dado cuenta de la ansiedad que me produce la necesidad de sentirme dentro de un colectivo. Necesito una etiqueta. No se si por la presión de la sociedad, o la que me ejerzo a mi misma, pero siento que tengo que justificarme por lo que hago. Hace poco fui a unas charlas sobre identidades trans en la infancia y juventud y una de las ponentes se definió como «bolloflexible», y hasta la fecha es lo que más me encaja. Pero puede que mañana no. O puede que no me identifique con ninguna etiqueta y puede que lo que necesite es desvincularme de todo eso. Recuerdo que cuando al principio mis amigos me preguntaban yo siempre decía «hoy me siento lesbiana, pero no se si mañana me sentiré así».

Porque ¿sabéis qué? la sexualidad es jodidamente complicada si no lo tienes claro. Si no eres hetero, bisexual o gay y lo sabes. La sexualidad es fluida, y no debería sentirme así. No debería cuestionar cualquier cosa que me pase ni sentir la necesidad de justificar mis actos, porque mientras no hagan daño a nadie ni a mi ¿qué mas da? ¿Dónde quedó el Hakuna Matata? Es un tormento vivir con la angustia de sentir que no encajas, de no ser lo suficientemente hetero o lo suficientemente gay. Estás ahí en una especie de limbo LGBT y no sabes donde meterte… Hoy, gracias a una cosa que me ha dicho una amiga («para ser una persona que lucha contra las etiquetas te etiquetas mucho«), he descubierto que lo que me agobia y me produce ansiedad es esa necesidad imperiosa de encajar, de necesitar ser parte de algo. Necesito ser una de esas letras… Sé que no soy la única que se siente así, o eso espero, y tampoco pretendo que esto lleve una moraleja final, ni educar a nadie. No sé qué soy, pero al final del día solo soy una persona, y puede que en un futuro me vuelva a enamorar, y puede que quiera pasar mi vida con alguien (o puede que no), pero lo único que nos debería importar es que esa persona también será una persona.

Espero que si estás leyendo esto no te enfades por no habértelo dicho antes, pero no siempre me apetece hablar del tema, y espero, que no cambies tu forma de pensar de mi, porque sigo siendo tu amiga, sobrina, prima, compañera y en definitiva, la misma que antes de que lo supieses.

Mucho amor para todos ❤

 

 

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